Si usted entornase sus ojos y le echase un poco de imaginación, al observar la primera foto podría creer estar viendo una ventana de un desván, de esas que miran oblicuas al cielo, y dejan entrar la luz a través de esas celdas de madera, esos cuarterones que tanto encanto dan a cualquier estancia.
Así se presentaron estas sillas en el taller, con su enrejado respaldo, sus brazos serpenteantes, con esa aptitud digna que toman los muebles bien construidos al envejecer. Por su estado denotaban un buen trato, que son queridas y apreciadas en su casa. Pero el pobre tapizado es incapaz de soportar los años como lo hace la noble madera, que mejora con el tiempo mientras la tela lo observa, incrédula, en el final de sus días...
Repusimos el cinchado, ya cedido.
Este tipo de asiento requiere poca espuma, para que no quede muy hinchado. Por lo menos es como me gusta a mí. La biselamos toda alrededor para que no marquen los cantos. y luego la cubrimos con otra de un centímetro.
Y se visten. Esta vez de rayas, que se pierden bajo las ventanas...
...y en los brazos encontramos los pomos...
...que ya pueden abrirlas, para que entre el aire fresco y descubra un nuevo tapizado.
Saludos.