Hola a tod@s.
En cierta ocasión, un señor mayor, tras recibirme en su casa para que le presupuestara unas fundas para sus dos sillones, me dijo:
-¡Tú eres como un sastre!
-¿Cómo dice?-le pregunté extrañado...
-Claro, es como si le hicieras un traje al sillón, ¿no?
-Pues nunca lo había pensado, pero es un bonito símil.
Cabe decir que las fundas pueden ser sencillas y fáciles de hacer, o terriblemente trabajosas, como en este caso, que se juntan unas formas pronunciadas, una tela con poca elasticidad y los dichosos vivos, que quedan muy bonitos pero hacen que tardes más del doble en coser algo.
Pero parte de la complejidad que vengo a mostrar radica en ajustar al máximo sus formas. Más que como un traje, como un vestido de novia.
Esta vez no puedo mostrar el "antes", ya que no encuentro la foto. Y recuerdo haberla hecho, pero no sé, a veces ocurren fenómenos inexplicables.
Pero se parecen muchísimo a ésta otra descalzadora, un poco más altas y estrechas, y con volante (faldón).
Vestidas en un bonito rosa floreado que las hacía terriblemente atractivas. A pesar de los años, conservaban un estado óptimo. Por eso la opción funda permitió conservar esa tela, además de darle un aire distinto. Porque las fundas no quedan como un tapizado, tienen su propio encanto.
El género es un bonito blanco que imita al lino con un 20% en su composición.
El cliente solo me pidió vivo en los brazos, pero a sabiendas de su debilidad por ellos, ya los puse en el cojín...y claro, el volante también tiene que llevar...
Los vivos en las uniones del respaldo con la oreja y riñonera los puse con la intención de que hicieran la función de nervio en esos ángulos interiores obtusos, y la tela se ajustase a las formas sin necesidad de agujas.
El procedimiento que seguí, es el siguiente: Para empezar vestí una butaca con corovin, que es una tela sin tejer. Si no saben de que hablo miren debajo de su sofá, esa tela negra que parece papel.
Con eso saqué las plantillas. Va bien porque no estira, y si es de bajo gramaje es muy dócil.
Luego según la elasticidad de la tela que usemos, habrá que hacer rectificaciones. Pero de eso ya hablaremos otro día.
Después de cortar las piezas, se
overlockan por separado, se cosen los vivos, tambien por separado, y luego vamos uniendo el puzzle cosiendo trama con urdimbre, urdimbre con trama, y de vez en cuando un rígido vivo en medio. Tres elasticidades distintas que hay que ir compensando, en un trabajo que se presenta lento, con el añadido que las piezas a unir no miden lo mismo, debido al volumen de las curvas.
Por ejemplo, los pliegues que ven en el exterior del brazo son para compensar esa diferencia en la medida. La curva del brazo tiene más recorrido que el contra.
Por detrás llevan una cremallera vertical que permite abrirlas, porque sino no se podrían enfundar, ya que son más grandes de arriba que de abajo. Ello me llevó a tener que hacer el volante trasero en dos piezas.
Es lo que hay, no se me ocurre otra manera. Lo que sí le hice una pieza pequeña unida con velcro para tapar la apertura, pero en la foto no estaba puesta (segundo error).
La idea sopesaba la posibilidad de acabar de ajustarlas con ayuda de agujas de U, pero visto el resultado, y sabiendo que con un lavado y un planchado mejorarían, esperé a ver la reacción del cliente. Básicamente porque ya es laborioso poner unas fundas tan ajustadas, como para complicárselo más con las agujas.
Así la mujer cruzó la puerta del taller, y tras sacarse las gafas de sol, exclamó:
-¡Oh!Qué bien quedan, ¿no?
-¡Hombre, han quedado estupendas!- le contesté con voz firme y segura.
-Fíjate, si parecen otras.
-Es que son otras...
Lo último que me dijo la mujer antes de subir a la furgoneta en la que ya se había llevado a
Isabel, fue:
-Ets un artista!
Y yo me hinché, como un sapo seductor. Porque el reconocimiento del cliente es el premio al trabajo. Llegar a una casa con el mueble tapizado y ver como a la mujer se le ilumina la cara, y coloca sus palmas estiradas sobre las mejillas para exclamar su sorpresa, no tiene precio. Para todo lo demás, Don Dinero.
Y como es de bien nacido ser agradecido, el malestar de haber estado trabajando demasiadas horas no cobradas, desapareció por un instante, mientras pensaba:
-¡Qué narices, ya tengo otro post!