sábado, 22 de junio de 2013

Una rinconera Stella


Hola a tod@s.
Hoy vengo a mostrarles a nuestra humilde y eficiente Stella en formato rinconera, con unas medidas de 2,90 x 1,80 metros, con un solo brazo y el respaldo más alto. La altura de la caja del asiento también se adaptó al cliente. Todas estas variaciones le permiten tener un sofá adaptado a su estancia, y lo que es más importante, a las medidas de su cuerpo. Porque hay un sofá para cada persona, y éste es el suyo.




Aparte de las plantillas individuales tengo ésta que dibuja el perfil del sofá a escala 1:1
Esto me permite visualizarlo y, metro en mano, ir tomando medidas para sacar las plantillas que necesitan las variaciones.



Como por ejemplo las de los cojines del respaldo, con una nueva anchura y más altura, muy a pesar de la estética. Todos son de la misma medida, a excepción de los del rincón, que van ingletados.





 El armazón o esqueleto lo construyó mi fiel carpintero, León. Se hizo en dos piezas, un módulo con brazo y otro "manco" unido de una pieza al rincón. Costillas cada 45 centímetros para evitar hundimientos en el futuro, y todo debidamente encolado para conseguir una construcción sólida que perdure en los años.





Lo cinchamos y lo forramos con espuma de 1 cm de 25kg, y una galca en el asiento, para que ejerza fuerza bajo las rodillas.


Y aquí la funda colocada, a punto para tapizar.




Las patas también son artesanales, barnizadas al natural, a juego con los marcos de las puertas.




Para los rellenos usamos en los asientos espuma de 30 kg haciendo un bocadillo, como ya expliqué aquí, y respaldos rellenos de fibras de napa (airfiber). Los cojines son a doble cara, pudiendo voltearlos y prolongar la vida del tapizado.

Y así quedó, lista para sustituir el espacio que ocupaban un sofá y un sillón, optimizando una salita de apenas 15m2, y dando cabida al doble de personas sin cubrir una sola baldosa más.
Sencilla, sí, pero fiable, duradera, sostenible y lo más elemental, terriblemente cómoda.




domingo, 9 de junio de 2013

Un traje para las butacas


Hola a tod@s.
En cierta ocasión, un señor mayor, tras recibirme en su casa para que le presupuestara unas fundas para sus dos sillones, me dijo:
-¡Tú eres como un sastre!
-¿Cómo dice?-le pregunté extrañado...
-Claro, es como si le hicieras un traje al sillón, ¿no?
-Pues nunca lo había pensado, pero es un bonito símil.



 Cabe decir que las fundas pueden ser sencillas y fáciles de hacer, o terriblemente trabajosas, como en este caso, que se juntan unas formas pronunciadas, una tela con poca elasticidad y los dichosos vivos, que quedan muy bonitos pero hacen que tardes más del doble en coser algo.

Pero parte de la complejidad que vengo a mostrar radica en ajustar al máximo sus formas. Más que como un traje, como un vestido de novia.

Esta vez no puedo mostrar el "antes", ya que no encuentro la foto. Y recuerdo haberla hecho,          pero no sé, a veces ocurren fenómenos inexplicables.

Pero se parecen muchísimo a ésta otra descalzadora, un poco más altas y estrechas, y con         volante (faldón).



Vestidas en un bonito rosa floreado que  las hacía terriblemente atractivas. A pesar de los años, conservaban un estado óptimo. Por eso la opción funda permitió conservar esa tela, además de darle un aire distinto. Porque las fundas no quedan como un tapizado, tienen su propio encanto.

El género es un bonito blanco que imita al lino con un 20% en su composición.



El cliente solo  me pidió vivo en los brazos, pero a sabiendas de su debilidad por ellos, ya los puse en el cojín...y claro, el volante también tiene que llevar...

Los vivos en las uniones del respaldo con la oreja y riñonera los puse con la intención de que hicieran la función de nervio en esos ángulos interiores obtusos, y la tela se ajustase a las formas sin necesidad de agujas.



El procedimiento que seguí, es el siguiente: Para empezar vestí una butaca con corovin, que es una tela sin tejer. Si no saben de que hablo miren debajo de su sofá, esa tela negra que parece papel.
Con eso saqué las plantillas. Va bien porque no estira, y si es de bajo gramaje es muy dócil.
Luego según la elasticidad de la tela que usemos, habrá que hacer rectificaciones. Pero de eso ya hablaremos otro día.

Después de cortar las piezas, se overlockan por separado, se cosen los vivos, tambien por separado, y luego vamos uniendo el puzzle cosiendo trama con urdimbre, urdimbre con trama, y de vez en cuando un rígido vivo en medio. Tres elasticidades distintas que hay que ir compensando, en un trabajo que se presenta lento, con el añadido que las piezas a unir no miden lo mismo, debido al volumen de las curvas.

Por ejemplo, los pliegues que ven en el exterior del brazo son para compensar esa diferencia en la medida. La curva del brazo tiene más recorrido que el contra.

Por detrás llevan una cremallera vertical que permite abrirlas, porque sino no se podrían enfundar, ya que son más grandes de arriba que de abajo. Ello me llevó a tener que hacer el volante trasero en dos piezas. 
Es lo que hay, no se me ocurre otra manera. Lo que sí le hice una pieza pequeña unida con velcro para tapar la apertura, pero en la foto no estaba puesta (segundo error).




La idea sopesaba la posibilidad de acabar de ajustarlas con ayuda de agujas de U, pero visto el resultado, y sabiendo que con un lavado y un planchado mejorarían, esperé a ver la reacción del cliente. Básicamente porque ya es laborioso poner unas fundas tan ajustadas, como para complicárselo más con las agujas.

Así la mujer cruzó la puerta del taller, y tras sacarse las gafas de sol, exclamó:
-¡Oh!Qué bien quedan, ¿no?
-¡Hombre, han quedado estupendas!- le contesté con voz firme y segura.
-Fíjate, si parecen otras.
-Es que son otras...

Lo último que me dijo la mujer antes de subir a la furgoneta en la que ya se había llevado a Isabel, fue:
-Ets un artista!
Y yo me hinché, como un sapo seductor. Porque el reconocimiento del cliente es el premio al trabajo. Llegar a una casa con el mueble tapizado y ver como a la mujer se le ilumina la cara, y coloca sus palmas estiradas sobre las mejillas para exclamar su sorpresa, no tiene precio. Para todo lo demás, Don Dinero.
Y como es de bien nacido ser agradecido, el malestar de haber estado trabajando demasiadas horas no cobradas, desapareció por un instante, mientras pensaba:
-¡Qué narices, ya tengo otro post!





martes, 21 de mayo de 2013

Reciclando el baúl de Sara (I)



Este baúl y su compañero han soportado multitud de mudanzas, sirviendo como baúl, mesitas de centro y ahora mesitas de noche.
Sus veinte años de trote lo habían dejado ya en un estado indigno, lejos del encanto que siempre había tenido.
Así, un año después de la idea de Sara de tapizar sus baúles, decidimos subirlos al tablero y convertirlos en algo distinto, algo que ella sabía proyectar, pero a mí me planteaba un mar de dudas.

La primera idea era forrarlo con paneles de cartón tapizado, pero su débil armazón descuadrado y la deteriorada rejilla lo desaconsejaban. No le podía quitar la caña porque era la que mantenía la estructura. Y para quedarme con cuatro palos sueltos y torcidos era mejor hacerlo nuevo. Pero claro, la intención era darle una segunda oportunidad al viejo. Más que por su valía, por la carga emocional, que es la primera causa salvahogueras de los muebles viejos.
Y como cada uno tiene sus recursos, aquí se prestaba un tapizado no convencional.




Tras sacar el metal, nos pusimos con la puerta. 



Después de darle muchas vueltas decidí cortar una pieza de cartón con la medida del sobre, y encolarla a la polipiel, para luego pasar una costura por el contorno.


Le dí la vuelta y obtuve esto:


Más tarde me dí cuenta que el invento tiene muchas posibilidades, porque puedo hacer cualquier dibujo en el cartón y luego coser encima. Creo que haré unas pruebas.



El resto del mueble se forró con espuma de 1 cm. y el cuerpo tapizado con cuatro piezas cosidas entre sí y con costura americana como detalle, en un tono acorde al latón.


























Y así queda de momento, a falta de los interiores y unas nuevas patas, más altas.


Bueno, y de su inseparable compañero, que espera correr la misma suerte.









Cuando los acabe haré un post final con los resultados definitivos.  Un saludo a tod@s.




viernes, 17 de mayo de 2013

Música para tu salón X: The Alan Parsons Project. Time




Hola a tod@s. En esta décima entrega hablamos de una de esas formaciones importantes en la música, aunque quizás no tan mediática como otras.
Alan Parsons pasó a formar parte de la historia del rock como productor en el mítico Dark Side of the Moon de Pink Floyd, pero también lo hizo con una dilatada carrera como músico, en The Alan Parsons Project. El tema de hoy pertenece al álbum de 1980 The Turn Of  a Friendly Card.

Time evoca la nostalgia, la tristeza, la esperanza, la muerte...
Porque el tiempo fluye, como el agua de un río, en su camino hacia el mar.
Canción hermosa donde las haya.

Así que, siéntense en su sillón, en ese Diablo que acaban de adquirir. Sientan el tacto del magnífico terciopelo, déjense arropar por sus curvas.
Atenúen la luz del salón, y disfruten esta canción. Bien vale cinco minutos de su vida...









sábado, 27 de abril de 2013

Isabelino, como el buen vino


Hola a tod@s. Hoy les vengo a mostrar una pieza de esas que recuerdan los orígenes, de donde venimos, como eran las cosas antes de que la tecnología cambiase el modo de hacer de prácticamente todo.
Y soltamos el acelerador de la máquina de coser, escondemos las espumas, las cinchas, la cola, toda esa química que se ha infiltrado en el día a día. Cogemos las agujas pinchadas en el saquito de la pared, sacamos de paseo los ovillos de cáñamo y pita, deshacemos alegremente el rollo de yute, y el olor a cuerda invade el aire, mientras uno se embriaga de sus aromas y matices.




Isabel se presentó sin avisar, bajando ágilmente de la furgoneta y plantándose frente a mí, casi sin darme tiempo de reacción. La observé, con asombro, y mis pupilas dibujaron las curvas imponentes de la caoba, que custodiaba ese bosque tejido que debía desaparecer.


Tras unos días por el taller, y a pesar de que no era su turno, decidí meterle mano. La verdad es que le tenía ganas y la impaciencia me pudo.
La curiosidad me aporreaba, quería ver que había más allá de esos pajaros que llevaban cantando tantas primaveras. Necesitaba valorarlo y saber a qué me enfrentaba.

*****

Pero la emoción se vino a menos al descubrir bajo el tapizado otra tela, y debajo otra...¡con la pasamanería y todo!

Aparte del trabajo extra y gratuito que supone el regalito que el simpático señor de la tela verde nos dejó con todo su cariño, me parece una falta de respeto hacia el mueble trabajar de esta manera. Y una falta de respeto al oficio, y a los que vienen detrás.






 Esa frontera entre el tejido y el barniz había sido violada y ninguneada...
¿ésto cómo lo arreglamos?¿con photoshop?




Visto esto, el sofá necesitaba una dosis extra de cariño.
Con su alma herida parecía estar gritando: Tapízame...


Y tiempo hubo para darle, ya que la tela de GP&J Baker tardó tres meses en llegar.
Vino para pasar las Navidades y se quedó el resto del invierno. Aunque por mí, se podría haber quedado para siempre. Cada mañana al pasar por delante Isabel me miraba, desnuda, con su alma herida y sus ojos esperanzados. Siempre obtenía la misma respuesta.
-Debes tener paciencia. Ya sabes, los ingleses van a su ritmo...
Como por su vejez había adquirido esa cualidad, esperó y obtuvo su premio, sabiendo que todo tiene su momento.

 *****

Y el suyo había llegado.






Las rayas vuelven a ser protagonistas, contrastando con sus líneas rectas, que visten un cuerpo carente de ellas. Creando un efecto de tensión, una batalla en la que las curvas consiguen doblegar y serpentear a las rayas. Y es que Isabel no es un mueble cualquiera. Tiene mucho carácter.








Se terminó con doble vivo a petición del cliente. Primero cosido, y luego grapado entre los dos cordones, para que quede cerrado.




*****

La furgoneta volvió a asomar por la puerta. Ella se subió, sin despedirse, y desapareció tras los portones tintados. Volví a entrar al taller. Parecía vacío, desdentado. Volví a sacar las espumas, las cinchas, la cola, y guardé las agujas en el saquito de la pared, mientras el olor de Isabel se iba desvaneciendo, y mi conciencia regresaba de un viaje al pasado...




















miércoles, 10 de abril de 2013

Cartones tapizados: El marco II


En esta ocasión quisiera profundizar un poco en lo que ya vimos en la anterior entrada. Se trata de un segundo espejo reciclado para casa usando la técnica del cartón tapizado, a la que no me dedico profesionalmente, pero entiendo que es muy interesante y tiene muchas posibilidades. Además podemos considerarlo primicia en la red, ya que no he encontrado información al respecto. Si alguien la encuentra, le agradecería que la compartiese en los comentarios.




Era un simple espejo con un aglomerado encolado como base. Normalmente esta técnica se trabaja sobre un marco de madera. Pero como la vez anterior obtuve buenos resultados encolando al espejo, decidimos repetir.







Pocas herramientas necesitamos para este quehacer. La plancha de cartón quizás sea la más difícil de encontrar. Yo se las compro a las empresas suministradoras de material de tapicería. Si residen en Barcelona, pueden encontrarlas en Ribesplastic, en la calle Rocafort, 10. Muy cerca del Paralelo y Plaza  España. El regle debe ser muy recto. Un perfil de aluminio puede valerles.
Por cierto, hay que tener en cuenta que la lengüeta del metro  tiene un milímetro de juego en el mejor de los casos. Podemos empezar a contar en cualquier punto, como por ejemplo el centímetro número 10.







Cortamos las piezas de cartón a la medida que queramos cubrir, en este caso con dos secciones por costado y el inglete a 45º para las esquinas.
Siempre con la cuchilla bien afilada y un regle bien recto. Y sin olvidar descontar el milímetro de grosor que nos ocupará la piel. Cabe decir que hay que hilar fino con la cinta métrica, los ángulos y un corte bien recto y vertical. Un milímetro de error puede traer problemas cuando tengamos que casar las piezas. Esta es la parte más difícil del trabajo, hace falta un poco de práctica para asegurarnos un resultado óptimo. El resto del proceso creo que está al alcance de cualquiera de ustedes.




 Encolamos el género que elijamos. Puede ser piel, polipiel, tela...asegurándonos los cantos, para evitar que queden bolsas.

Es conveniente pasar por la mola las zonas encolables de la piel, para que agarre mucho mejor.





O en su defecto lijarlas a mano, y como mínimo quitarle el brillo.







Esta vez hemos decidido coser las piezas frontales. El hilo es al tono, y no destaca pero conseguimos otro efecto, dándole más profundidad y detalle. Si no se dispone de una guía, como es mi caso, hay que coser con extrema lentitud y seguridad, utilizando el grueso de la patilla como referencia visual.



Se encolan los reversos de los frontales sin llegar a los bordes, para que no rebose luego cola, muy engorrosa de quitar.
Empleamos cola de contacto aplicada con brocha y pincel.



El espejo lo lijamos un poco y también le aplicamos la cola. Hay que dejar secar ambas caras hasta que tocándolas con el dedo no estén pegajosas. Ese es el momento óptimo para montar las piezas.
La cola no nos permite margen de error. Una vez se unen las capas no se puede mover ni rectificar. Un buen truco es colocar un paño que no deshile, en este caso sobre el cristal, para poder trabajar bien la pieza, asegurar los finales, y luego estirar del trapo y encolarlo todo ya con la pieza en su sitio. No sé si me he explicado.






Repetimos la operación con las piezas laterales, intentando que todo cuadre. Para finalizar yo coloco una gota de adhesivo instantáneo en las esquinas de las piezas para que queden unidas entre sí, y no tiendan a despuntar con el tiempo.







Este es el resultado final. Un espejo que apuntaba al vertedero y que ha acabado presidiendo la pared.






Y hasta aquí puedo leer. Si alguien se anima a probar y tiene dudas, he abierto una página para estos menesteres, donde pueden plantear cualquier enigma que un tapicero pueda resolver.

Saludos.